Me pides te olvide, como se olvidan las horas dormido. Quieres que te extirpe de aquí, de mi ser como si tratase con un simple vello enterrado al cual basta con
jalar lo para que deje nuestro cuerpo. Tu dulzura me agrada, esa con la que pretendes te olvide para dejar de sentirte culpable por amarte, por la impotencia que sientes de no poder amarme como te amo. Yo no puedo decirte -
adiós ya no te amo y
sigue me hablando-, puedo decirte
adiós. Si que lo puedo, pero prefiero, realmente prefiero seguir
aquí. Como un pescador en su bote esperando al pez que toque su anzuelo. Si me pides me marche, lo
haré con gusto por que te quiero. Por que un amor sincero no tiene
peros. Solo no me pidas que sea tu amigo, para tenerme a tu lado y
así sentir que te amo. No me pidas ser tu amigo esterilizado del corazón, ese que te amo y ahora no. No me lo pidas por que al olvido no me acostumbro. Yo quiero estar
aquí, a tu lado esperando que caigan las flores de mi lado del
jardín. Espero a que
llegue esa primavera, en donde el tu sol alumbre mi sendero, y solo eso.
Si te espero, es por que no eres cualquier nube que viaja en el cielo. Te espero por que reconosco en ti algo valioso, sin valor real por exceso de el. Si me marcho igual te esperare, allá lejos donde no podamos vernos, pero igual te esperare. Por eso no me pidas que olvide, que haga como si para mi fueras una más. OLVIDAR JAMAS.
Mauro Espínola.